viernes, 16 de mayo de 2008

El miedo no anda en burro…anda en motos y viste de uniforme de agente de tránsito.

Un día como cualquier otro. La ciudad es un caos, trafico por aquí y por allá. A vuelta de rueda los autos avanzan, centímetro a centímetro. Soy parte de ese flujo lento pero seguro. Voy en mi auto ( un viejito Ford Contour 97 que –aunque achacoso y habiendo servido de taxi alguna vez en su vida - todavía funciona bien ) buscando estacionamiento.

Mi misión: Ir a cortarme el cabello. Después de pasar unos 10 minutos buscando un lugar disponible, al final aterrizo en un parquecito. Veo que hay línea amarilla – señal de no estacionarse – y sin embargo, hay autos alrededor de todo el parque. Me quedo unos minutos en el auto, viendo, buscando el peligro. No se ven tiburones cerca. Me bajo del auto y observo a los demás que están estacionados. Ninguno tiene multas. Le pregunto a una vecina que esta lavando su cochera por ahí cerca.

“¿Disculpe señora, si se puede estacionar uno aquí verdad?

La señora detiene su escoba tan solo unos segundos para verme, mientras me contesta. “claro m’ijo, siempre y cuando no estorbes en una cochera, nadie dice nada”

Volteo a ver mi auto. –No, definitivamente no está estorbando nada – De cualquier manera no voy a tardar mucho, así que me voy algo mas despreocupado. Después de caminar siete cuadras, estoy a punto de llegar a mi destino. En la esquina, veo a una señora afuera de su camioneta discutiendo con dos agentes de tránsito. “Pero oficial, venía a 50 kms por hora, como cree que voy a ir a más, si aquí tengo a mis hijos, no los voy a poner en riesgo. Además, mire todo este tráfico, es imposible ir a más velocidad”

Uno de los agentes menea la cabeza. El típico agente gordito, con bigote y lentes obscuros que reflejan todo. “Señora, nosotros sabemos a cuanto iba, ¿no nos está diciendo mentirosos, verdad?”

Me alejo de ahí lo más rápido posible. Creo saber a dónde va a llegar esa discusión. Cruzo la calle y pido mi corte de cabello. Sentado mientras la señorita da tijeretazo tras tijeretazo, puedo ver cómo llega una grúa al lugar donde están los agentes, y poco después, la señora de la camioneta le da un apretón de manos a uno de los agentes. La grúa se retira, y también la señora y los agentes. Clásico.

Listo. El corte está hecho. Por alguna razón no me convence mucho, ¿tal vez necesito mas gel? De vez en cuando soy algo vanidoso, y me voy tomando fotos con el celular para ver como se me ve el cabello. Voy caminando de esa forma, distraído. No es sino hasta que ya estoy casi en mi auto que los veo. Los mismos dos agentes de tránsito, sentados en sus motos. Están en una esquina, platicando. Y están viendo mi auto.

Es triste vivir en un país donde el solo hecho de ver a alguien te da miedo. Vivimos en una ciudad donde hay de todo. Asaltos, balaceras, narcos… y sin embargo, nada de eso podría infundirme más terror como el que sentí en ese momento.

Paso de largo. Los dos gorditos se me quedan viendo mientras camino. Me dirijo hacia un oxxo que está al otro lado de la calle. Tal vez, solo tal vez, cuando regresen no estén ahí…

Salgo del Oxxo. Camino hacia el auto. Solo hay uno ahora. ¿Tal vez sea mi oportunidad? Me dirijo con pasos seguros al auto (aprovechando que el gordito de la moto está ocupado hablando por celular y comiéndose un lonche ) Abro la puerta , y por el rabillo del ojo veo como el señor panzon enfila sus carnes hacia mí.

“Disculpe joven, pero no puede estacionarse usted aquí”

“Lo siento oficial, pensé que se podía. Vi todos los otros autos aquí, y hasta pregunte si no había problema”

“Es que aquí es línea amarilla mi amigo. Mira, no te puedes poner aquí. Está prohibido”

Me detengo a ver la docena de autos que están alineados sin ningún problema a un lado del parque, justo como el mío. El oficial sigue mi mirada y se sonríe. “No hagas preguntas tontas, no quieres saber la respuesta. Y si las haces no te voy a poder ayudar”.

(Claro, no voy a preguntar él porque estas sentado en una esquina, disfrutando de una torta, hablando por el celular, mientras esperas a tu siguiente presa para morderla) Me abstengo de hacer comentarios. “Lo siento mucho oficial, en serio. Pero mire, ya me voy, no hay problema”

“Solo hay un problema campeón, ya le llame a la grúa” Veo como da un beep con su Nextel, y como por arte de magia llega una grúa. Se me hace conocida… de hecho, es la misma que vi hacer rato. Es sorprendente la velocidad con la que llega. Si fuera una persona mal pensada, pensaría que había estado ahí a la vuelta de la esquina… pero claro, no podemos pensar eso, ¿o si?

En fin, para no hacerles el cuento mas largo. Me pidieron $520 pesos “para arreglar todo el malentendido” como solo traia 300, eso fue lo que les ofreci. “No es suficiente”, dijeron. Me mandaron escoltado a un cajero…donde no pude sacar dinero. Les ofreci que subieran el auto a la grua y me llevaran a mi casa, donde había mas dinero. “es que no se puede compadrito, los jefes nos piden cierta cantidad, 300 no alcanza”

Despues de varios minutos mas de intensa negociación, les doy 300 pesos y mi cajetilla de cigarros. “Fue un placer hacer negocios con usted jefecito”. Me saluda, y como por arte de magia, la grúa y los agentes desaparecen. Espero unos 20 minutos sentado mientras espero a que se me baje el ritmo cardiaco. Me voy a casa. No me sorprendo al ver como el mismo oficial esta haciendo “negocio” con otro pobre diablo, a la orilla del camino. Le deseo suerte, y sigo mi camino. Espero no le bajen mucho dinero.

1 comentario:

Orlando Francisco Menéndez dijo...

¡Qué gracioso que resulta!
Parecería un chiste, pero es obvio que debe ser verdad.
Claro que, sin lugar a dudas, eres sumamente hábil como narrador. Excelente redacción,... una lectura ágil y amena... ¡bravo!
¡Felicitaciones! Un gusto leerte.